lunes, 18 de mayo de 2015

Ensalada de lechuga de roble y jamón de york (para un comensal):

No hay nada como cenar ensalada he irse uno a la cama sin esa sensación de empacho. Porque para la actividad física diaria que tenemos algunas personas no es necesario  cenar un jabalí al más puro estilo “Asterix y Obelix”  y agonizar por indigestión mientras soñamos con batallas, jajajajaja (si, algunos ya saben a qué me refiero).
La receta que voy a explicar es muy sencilla, os parecerá una chorrada, pero a veces algo sencillo es ideal para iniciados, perfecto para vagos y socorrido para gente con prisas. 
En primer lugar cojo un tomate mediano y dos hojas de lechuga de roble grandes, o cuatro medianas en su defecto. Las meto en la pila del fregadero con agua caliente durante unos minutos para que se templen y no estén tan fríos. A continuación  parto el tomate por la mitad, le quito el corazón y lo troceo en gajos (más pequeños que los de una  mandarina). Luego corto la lechuga en trozos horizontales (teniendo en cuenta el  nervio). Corto un poco de cebolla, y troceo media loncha gruesa de jamón york  en taquitos, después añado sal, orégano, una cucharadita de aceite de oliva, y una cucharada de vinagre de cava, remuevo la ensalada ¡y listo! 
No hace falta seguir todos los pasos al pie de la letra, siempre es bueno improvisar ;) . Y si os quedáis con hambre podéis acompañar la ensalada de: unas tostadas, una pieza de fruta, un poco de sopa, un pequeño bocata, queso fresco…algo que no os resulte muy pesado por la noche.


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